La prensa en la Guerra del Chaco

La prensa en la Guerra del Chaco

La Guerra del Chaco estalló el 9 de septiembre de 1932, durante el gobierno Daniel Salamanca (1931-1934). El conflicto significó para Bolivia la pérdida de 30.000 vidas y de 240.000 Km2 de su territorio a favor de Paraguay. Hasta que cesó la contienda, el 12 de junio de 1935, el periodismo jugó un papel fundamental.

“Es innegable que los periódicos tuvieron una enorme responsabilidad en la ‘promoción’ eufórica de un conflicto insensato entre dos países que compartían la memoria de los vencidos: Paraguay frente a la Triple Alianza y Bolivia ante Chile. Ambos derrotados por la expansión del capital británico y por sus satélites sudamericanos con capital en Buenos Aires y Santiago”, sostienen Víctor Orduna y Gustavo Guzmán en Del periodismo y sus memorias.

A partir del segundo semestre de 1932, el conflicto con Paraguay empezó a acaparar la atención de la prensa nacional. Eduardo Ocampo Moscoso, en su Historia del Periodismo Boliviano, precisa que en octubre de ese año, el Consejo de Ministros del presidente Salamanca determinó la suspensión por tres meses de las ediciones de La República de La Paz, de La Acción de Sucre y de La Crónica de Cochabamba, con el argumento de que esos periódicos habían burlado la censura de prensa impuesta por el Gobierno.

El año del estallido bélico, a los medios consolidados – La Razón, El diario, Ultima Hora o La Patria– se sumaron publicaciones dedicadas a la guerra. Tal es el caso La Defensa Nacional de Tarija, que apareció el 31 de julio de 1932 y destinaba sus ventas a la Caja de la Cruz Roja Boliviana.

La guerra hirió también a la prensa. “No sólo cambió el curso de las noticias y la forma de regularlas mediante la censura militar frenando así el proceso de desarrollo de los medios por la emergencia nacional, sino que también vació las redacciones”, puntualizan Orduna y Guzmán.

El caso de La Patria de Oruro fue emblemático. El decano de Oruro vio como paulatinamente marcharon a la guerra ocho de sus doce periodistas: Walter Montenegro, Casto Quezada Palma, Agustín Renjel Galleguillos, Rafael Ulises Peláez, Eduardo Ocampo Moscoso, Ernesto Vaca Guzmán, Fernando Loayza Beltrán y Jorge Salinas. No todos volvieron. “Casto Quezada Palma y Ángel Renjel Galleguillos ofrendaron su vida en la inútil contienda”. También murió en la trinchera Luis Humberto Beltrán, padre de Luis Ramiro Beltrán.

Entre la precariedad y la censura militar, la prensa tuvo que extremar esfuerzos para informar sobre el conflicto que devoraba la vida de bolivianos y paraguayos. Brillaron entonces los corresponsales de guerra como Guillermo Céspedes Rivera, Francisco Villarejos, Guillermo Céspedes Rivas, Rodolfo Costas y Augusto “Chueco” Céspedes que contaron los hechos desde el campo de batalla.

La guerra significó la consolidación de la radio como medio popular en Bolivia. En las redacciones consolidó a columnistas valientes como Laura Villanueva, más conocida como Hilda Mundy, quien en el diario La Mañana protestó por la inútil pérdida de vidas en el Chaco.

“Los redactores, cronistas y reporteros no fueron ajenos a la sed y a la sangre del despiadado campo de batalla; al heroísmo insensato de Boquerón abandonado, al frustrado ataque a Nanawa (junio de 1933) y al desastre de Campo Vía (diciembre de 1933) donde la gran cantidad de prisioneros bolivianos y la enorme pérdida de material bélico marcó definitiva-mente el declive de la campaña boliviana. Al fin, esta presencia de periodistas en el frente-digna de elogios en términos patrióticos- profundizó las limitaciones en la cobertura informativa de la guerra”, apuntan Víctor Orduna y Gustavo Guzmán.

El 13 de junio de 1935, todos los periódicos anunciaban en sus portadas el fin de las hostilidades de la Guerra del Chaco. Bolivia había cambiado y también su periodismo.