De las heridas de guerra a la revolución
Los años que siguieron a la Guerra del Chaco estuvieron marcados por la convulsión política y un ciclo de gobiernos militares con pretensiones socialistas, que comenzó con David Toro y Germán Busch, que derrocaron a José Luis Tejada Sorzano en la revolución de 1936, e incluyó a Gualberto Villaroel, asesinado en la revolución de 1946. Esta etapa, seguida de cerca por la prensa, iba a ser el fermento para la revolución del 52.
En esa coyuntura, el periodismo se convirtió en bandera de los vientos de cambio. “Hubo en el país una época deslumbrante del periodismo, que podríamos configurar como los años de oro, cuando entre otros que la frágil memoria posterga, Armando Arce, Carlos Montenegro, Augusto Céspedes, Armando Alba, José Cuadros Quiroga, Nazario Pardo Valle, Gamaliel Churata (peruano), Alipio Valencia Vega, Fernando Siñani, Saturnino Rodrigo, Franz Tamayo, Mario Guzmán Aspiazu, dejaban brillantes ideas y pensamientos narrados en columnas, crónicas y reportajes destinados a desvirtuar la historia oficial de los poderosos”, sostiene Víctor Sandoval en Objetividad o compromiso. La vida privada del periodismo boliviano.
La batalla mediática entre liberales y nacionalistas se agravó en el gobierno de Germán Busch (1937-1939) quien censuró a la prensa opositora mientras paradójicamente reconocía los derechos del gremio e instituía el 10 de mayo como el Día del Periodista. Busch, héroe de la Guerra del Chaco, se suicidó el 23 de agosto de 1939.
Uno de los acontecimientos periodísticos en esta etapa fue la aparición del periódico La Calle, el 23 de junio de 1936. “La fundación de La Calle significó el inicio de una contienda de letras cruzadas contra la gran empresa minera (encarnada por Patiño, Hoschild y Aramayo) y contra la prensa que lo abanderaba, liderada por La Razón”, reseñan Víctor Orduna y Gustavo Guzmán en Del periodismo y sus memorias.
Otro hito fue la fundación de Los Tiempos, el 16 de septiembre de 1943, bajo el impulso de Demetrio Canelas. Ocho décadas después, este periódico aún se imprime en la ciudad de Cochabamba.
Ese mismo año, la Asociación de Periodistas ya consolidada lanzó un concurso para la escritura de una historia del periodismo boliviano que iba a dar como fruto las obras más importantes y referenciales, aún hoy, sobre el tema. El primer premio fue otorgado a Carlos Montenegro por Nacionalismo y Coloniaje; el segundo lugar correspondió a Gustavo Adolfo Otero por Radiografía del periodismo y el tercero, a Eduardo Ocampo Moscoso por Historia del Periodismo Boliviano.
El 21 de julio de 1947, la Asociación de Periodistas de La Paz recibió del gobierno de Enrique Hertzog la condecoración el Cóndor de los Andes en el grado de “Gran Cruz”.