Cobertura en dictaduras
El militarismo empezó con el golpe de Estado al presidente Víctor Paz Estenssoro por su vicepresidente el general René Barrientos Ortuño el 5 de noviembre de 1964 y generó presos político-sindicales y exiliados.
La madrugada del 24 de junio de 1967, el regimiento Ranger ocupó las minas por orden del Ministerio del Interior y del general Barrientos. Los campamentos mineros de Catavi y Siglo XX fueron ametrallados desde avionetas del Ejército, aprovechando que los trabajadores mineros habían festejado la noche de San Juan hasta el amanecer. Cuando se disponían a dormir hizo el ingreso el Ejército, ametrallando a toda persona que encontraban a su paso.
A la muerte de Barrientos, le siguen como presidentes el general Alfredo Ovando, Luis Adolfo Siles y el general Juan José Torrez, que instaura la Asamblea Popular.
El 21 de agosto de 1971, el coronel Hugo Banzer Suárez da un sangriento golpe de Estado, con el apresamiento y asesinato de hombres y mujeres por el solo hecho de ser dirigentes.
Prohíbe el ingreso de extranjeros y periodistas con cámaras fotográficas y filmadoras a los centros mineros como Catavi, Siglo XX, Huanuni. Todos los vehículos eran registrados a la entrada y salida de los centros mineros.
La televisión estatal, la única televisora por ese tiempo y con dos años de vigencia, fue puesta a disposición del nuevo régimen y las radioemisoras de todo el país, sobre todo las mineras, fueron arremetidas y destruidas por el Ejército. Los trabajadores de esas radios fueron apresados.
Para neutralizar la influencia de las emisoras mineras y evitar que estas vuelvan a operar con éxito, en 1974, el gobierno de Banzer y la Corporación Minera de Bolivia distribuyeron 5.000 televisores en las minas con amplias facilidades de pago. Según testimonios de las familias de los mineros, la introducción de este nuevo medio cambió visiones y expectativas de la población, aunque posteriormente en 1977, los mineros exigieron mediante paralización de actividades la devolución y reapertura de sus radios.
El propósito de Banzer era exterminar “a todos los comunistas agitadores, tanto de las minas y del campo”.
En definitiva, la cobertura televisiva en la dictadura se limitó a ser vocera del gobierno de turno para difundir que en el país se respetaban a los derechos humanos y que muestra de ello eran los millonarios préstamos recibidos y que hacía ver a Bolivia como un país aparentemente muy próspero bajo el lema “Orden, Paz y Trabajo”.