Un gremio duramente reprimido en las dictaduras
La lucha por la libertad de expresión ha sido permanente en Bolivia, y durante las dictaduras fue una antorcha en medio de la represión. Los periodistas jugaron un rol importante en un momento histórico con su resistencia y militancia por los derechos humanos.
En su texto “Poder y comunicación, comunicación y poder” la escritora y periodistas Lupe Cajías da cuenta que, por ejemplo, durante y después del golpe de estado de 1971, la prensa fue proporcionalmente el gremio más reprimido. “La doctrina de Seguridad Nacional y los espíritus libres no son buenos amigos”, resalta la autora.
Y es que la historia de Bolivia ha estado marcada por períodos de dictaduras militares que no solo han perturbado la estabilidad política y social del país, sino que también han atacado sistemáticamente la libertad de prensa. Estos regímenes autoritarios han ejercido una brutal represión contra periodistas y medios de comunicación, utilizando tácticas de censura, intimidación y violencia para controlar la narrativa y silenciar las voces disidentes.
En abril de 2009, la Asociación de Periodista de La Paz (APLP) publicó su revista “Libre expresión”, número 6. En esta se relata en el artículo “El delito de ser periodista”, que hace referencia a Luis Espinal, todos los ataques, detenciones y otras vulneraciones al gremio periodístico durante las dictaduras desde 1971.
De acuerdo con la recopilación de Espinal, desde la concreción del golpe de estado del coronel Hugo Banzer Suárez (1971) hubo un sinfín de represiones a periodistas y trabajadores de la prensa. En esos años existían alrededor de 400 periodistas activos y la “represión oficial alcanzó, en algunas de sus formas, a más de 100 de ellos en todo el país”.
Durante las dictaduras en Bolivia, la violencia contra los medios de comunicación no solo se limitó a ataques físicos, sino que también se manifestó a través de la represión sistemática de la información. En la década de 1970, el régimen de Hugo Banzer implementó una política de censura estricta que involucraba la detención y tortura de periodistas. La estrategia consistía en silenciar a los medios independientes y asegurar que la única información disponible para la ciudadanía estuviera bajo el control del Estado.
Según el informe de la Comisión Nacional de Verdad y Justicia (CNVJ) publicado en 2001, varios periodistas fueron encarcelados sin cargos formales, y muchos sufrieron torturas severas.
Más vulneraciones con García Meza y una lista de personas para eliminar
El 2018, el diario Los Tiempos hizo un recuento de los hechos y vulneraciones suscitados desde el 17 de julio de 1980, cuando Bolivia atravesó por una de sus noches más oscuras. Luis García Meza tomó el poder con un golpe militar que dejó varios muertos en su primera jornada, entre ellos el destacado dirigente Marcelo Quiroga Santa Cruz.
La oscuridad llegó también a los medios de comunicación: cinco diarios, incluyendo Los Tiempos, interrumpieron sus ediciones por al menos cuatro días y todas las radios fueron acalladas mientras duró la asonada, en tanto la junta militar del “Gobierno de Reconstrucción Nacional”, como se autoproclamó García Meza, imponía la censura y la presión.
Luis Arce Gómez, quien fuera ministro del Interior de García Meza perfeccionó en el exterior métodos terroristas como medio de persecución a sus adversarios. Con su sugerencia, Meza confeccionó una lista negra con 115 nombres de personas que debían ser eliminadas antes del Golpe de Estado con el que se harían del poder.
Esta revelación estaba incluida en el libro inédito “Fraudes, terrorismo y cocaína” del exdirigente del MNR, Aníbal Aguilar Peñarrieta y que fue publicado por el extinto periódico Presencia el 17 de julio de 1998. El primero en ser eliminado de esa lista fue el sacerdote y periodista Luis Espinal Camps, el 22 de marzo de 1980, cuatro meses antes del golpe, debido a que el director del semanario “Aquí” denunció que García Meza y Arce Gómez estaban vinculados al narcotráfico.
La toma de Radio Fides: un caso emblemático de ataque a la prensa
Un episodio emblemático de la represión mediática durante las dictaduras bolivianas fue la toma de Radio Fides en 1980. La radio, conocida por su postura crítica hacia el régimen militar de Luis García Meza, se convirtió en un objetivo prioritario para el gobierno.
Los relatos de testigos dan cuenta que, en la madrugada del 14 de julio de 1980, agentes militares irrumpieron en las instalaciones de la emisora, con el pretexto de que estaba transmitiendo mensajes subversivos.
El periodista y director de Radio Fides, Pedro Rivero Mercado, recordó el ataque en sus memorias publicadas en 1998. Rivero Mercado relató cómo los militares no solo cerraron la emisora, sino que también destruyeron equipos y documentos, y detuvieron a varios empleados. La toma de Radio Fides no solo fue un ataque físico, sino también un intento de borrar evidencias de la resistencia política y silenciar las voces críticas a un régimen.