La prensa caudillista
La presencia de caudillos, la mayoría militares, en el escenario político boliviano durante los primeros 55 de vida republicana ha sido denominada por algunos historiadores como la época caudillista. Alcides Arguedas se refirió a este período como el de la “fase de la anarquía” y lo caracterizó por la turbulencia política y el fortalecimiento económico gracias a la minería.
En Contexto Histórico del Periodismo Boliviano, Ángel Tórres centra este periodo entre 1948 y 877, 28 años en los que se suceden los gobiernos de: Manuel Isidoro Belzu, Jorge Córdova, José María Linares, José María Achá, Mariano Melgarejo, Agustín Morales, Tomas Frías, Adolfo Ballivián y, nuevamente, Frías. “Ante la ausencia de capitales privados, el Estado continúa siendo promotor del periodismo de ese tiempo, dotando de imprentas a las ciudades capitalinas que no las poseían, otorgando subvenciones interesadas a los editores de impresos, quienes debían retribuir con una vergonzante obsecuencia y tediosa adulación. Es un período en el que los periódicos y diarios que logran asentarse durante más de un ejercicio gubernamental, siempre encontraban la argumentación para ponerse al servicio del régimen de turno so pena de dejar de circular”, apunta el autor.
Durante este tiempo aparecen y desaparecen varios periódicos, dependiendo de las políticas gubernamentales de turno. La gestión populista de Manuel Isidoro Belzu (1848-1855) impulsa a la prensa con la dotación de imprentas. Así surgen medios “belicistas” como El Cholo en Chuquisaca, El Amigo del Pueblo en La Paz, El Minero en Potosí o El Cóndor en Tarija, entre otros. El objetivo era contrarrestar al periódico “ballivianista” opositor La Época.
La gestión de José María Linares (1857-1861) fue especialmente radical con la prensa: clausuró La Época y prohibió, por decreto, que los periódicos se ocupen de asuntos de Estado. En respaldo de su gobierno se crearon: La Gaceta del Gobierno, El Telégrafo de La Paz y El Fénix de Sucre.
Linares fue derrocado por José María Achá (1861- 1864), cuyo gobierno estuvo marcado por las denominada “Matanza de Yáñez” que dejó más de 70 muertos la noche del 23 de octubre de 1861, asesinados por el ejército, al mando del comandante Plácido Yáñez, en la plaza Loreto (actual plaza Murillo) ante un supuesto intento de golpe de partidarios de Belzu. Este episodio sangriento dividió la prensa en dos aguas.
Por un lado, los periódicos oficialistas que apoyaron la versión de Yáñez: El Boliviano, El Constitucional y el propio Telégrafo inicialmente. Por el otro lado, los más, que condenaron la matanza. A ellos se sumó El Juicio Público, que apareció a los 37 días del hecho con la declarada misión de contribuir al esclarecimiento de esos trágicos sucesos. Su director era el abogado Cirilo Barragán quien cuatro años después, en marzo de 1865, fue ejecutado durante el régimen de Mariano Melgarejo (1864-1871) por ejercer el periodismo.